jueves, 23 de enero de 2014

ESCENAS DE AEROPUERTO

Cuando uno "se va de viaje" como solemos decir, muchas veces no reparamos en las cosas que pasan en nuestro aeropuerto, estamos tan contentos que solo queremos irnos y pasarla bien. Sin embargo, cuando estamos en la otra cara de la moneda, es decir, esperando o despidiendo al que se va, la situación cambia dramáticamente.
 
Para empezar; si estamos acompañando a un viajero, lo más lejos que llegaremos será la puerta de entrada.  Ahí tendremos que dejarlo no importando si se trata de una viejita de 80 años que no puede halar su maleta, el viajero entra solo y punto. En otros aeropuertos no es así; las personas que acompañan al viajero se despiden hasta que a este le toca pasar migración. Me dio mucha pena observar a un grupo que venia de San Francisco el Alto a despedir a un paisano que vive en Maryland y que vino por primera vez en 17 años.  Pagaron un microbús entre todos y lo vinieron a dejar.  Cuando vieron que no podían entrar se sintieron bastante consternados porque soñaban, según me contaron, con pasar hasta el ultimo minuto de su estadía aquí con su pariente.
 
La situación empeora si lo que nos toca es esperar al que regresa o nos visita. Para empezar la "sala de espera" es más bien una banqueta de espera, aromatizada con orines y adornada con basura; esto por  supuesto no es culpa de las autoridades pero bien harían en colocar algún rótulo exhortando a la gente a tirar la basura en donde corresponde y colocando rótulos indicando donde están los servicios sanitarios que por cierto se encuentran al final del pasillo de las cafeterías.  Llegar a ellos es toda una aventura porque antes hay que pasar por dichos cafetines que literalmente cual vendedores de dólares de la octava avenida se pelean por uno ofreciéndole comida.   Si uno decide a comprarles no hay que esperar  precios accesibles, un hotdog con pan un poco viejo puede llegar a costar 30 quetzales mas bebida y lo sirven al estilo "central park" donde solo le ponen una salchicha y si te va bien y lo pides mostaza, mayonesa y kétchup.
 
A pesar del no tan agradable ambiente, es increíble ver la cara de felicidad y las escenas conmovedoras que ahí suceden....en plena calle.....con los carros casi rozándoles los cuerpos, sobre todo con nuestros hermanos migrantes que regresan después de años de ausencia....rostros marcados con líneas que evidencian años de arduo trabajo...mujeres que lloran el regreso del amado esposo...niños felices de ver a su padre por primera vez porque se fue cuando eran muy pequeños...madres cuyo rostro muestran el dolor del hijo que se fue y que pensaron no volver a ver...hombres y mujeres que regresan a su tierra natal con la frente en alto demostrándoles a los suyos que "si se puede" y que lo único que les hacia falta era una oportunidad para demostrarlo.
 
Por estos re-encuentros y por observar aunque sea de lejos el triunfo de nuestros hermanos.... vale la pena ir al aeropuerto.